¿Qué pasa?
De repente me encuentro perdida. Me sorprendo y me odio.
(...)
¿Qué está pasando? ¿De dónde sale esto? ¿Desde cuándo?
Tengo que frenarlo.
Esto no puede avanzar.
Pero si me lo propongo, más inevitable se hace.
Imposible. Inalcanzable. Inaudito.
Sí, sin dudas eso es.
Es imposible, con todas y cada una de las letras que forman esa palabra. Necesito decirlo en voz alta para que se haga real.
Inalcanzable, porque además de no poder ser, está mucho más lejos de lo que puedo aspirar.
¿O no?
No, no, basta, no te confundas nena, es inalcanzable.
Al menos hoy...
No. No te engañes, es inalcanzable para siempre.
Cierto. E inaudito. ¡Qué dirían si lo supieran!
¿Lo sabe alguien?
Probablemente no.
¿Alguien se imagina?
No, pues seguramente que no... Ojalá que no...
¿Seguro?
Deseo que no se lo imagine nadie...
Salvo que... Nada, no me hagas caso.
Como digas. Nunca te entendí.
Yo tampoco, ¿cómo querés que te entienda? Sos la parte irracional de esta esquizofrenia, es evidente y necesario que no te entienda.
Porque no querés...
Claro que no quiero.
Porque tenés miedo.
¡Ja! ¿Miedo decís? ¿Miedo de qué?
De darte cuenta.
¿De qué?
De que soy la que te dice lo que en realidad pensás. No esas tontas ideas moralistas que tenés aprendidas de memoria.
¿Y qué si me da miedo? ¿No tengo derecho acaso?
Claro que sí, nena, de lo que no tenés derecho, es de traicionarte.
¿Vos creés que me estoy traicionando?
No importa lo que yo piense, importa lo que vos pensás.
¿No dijiste que vos me decís qué debo pensar?
Veo que no has entendido nada.
Puede que no quiera entender.
Es verdad, y también puede que te odies hoy por los lugares a donde va tu mente cuando te colgás, pero más te vas a odiar dentro de mucho tiempo cuando te des cuenta de que se vive de los hechos y no de las fantasías.
No sé qué contestar a eso.
Parece que vamos llegando al punto, y que finalmente, nos estamos entendiendo.
No, cada vez te entiendo menos, cada vez me entiendo menos. Ya no sé qué quiero hacer. Ya no sé dónde, ni cuándo ni con quién quiero estar.
¿Segura?
No, no estoy segura de nada. Sólo tengo un presentimiento y no quiero que ésa sea mi brújula. Quiero algo real. Y tengo miedo de que se vuelva real. Tengo miedo de que pase del pensamiento a la palabra, y de la palabra a tenerlo en frente de mí. Le tengo más miedo a la palabra. Creo que no podría resistirlo.
Negarías todo... Bueno, depende de quién te lo preguntara, claro.
Adivinaste. Podríamos decir que sí, negaría todo y huiría, porque es imposible...
Parece que de eso sí estás segura.
Sí... Y extrañamente me decepciona.
Ya sé que dirás ahora... Balbucearás algo sobre los momentos más inoportunos...
No me lo eches en cara, sabés que soy así, y que me odio por admitirlo.
Vivís de las emociones vos eh, no podés resistirte ante un poco de adrenalina.
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