lunes, 28 de julio de 2008

Ese pequeño placer diario



Ese pequeño placer diario: Comer solo.
(¿Qué pensaron?)
Sin otra compañía que alguna mascota silenciosa o el sonido del televisor, es todo un lujo.
Porque podés hacer todas estas cosas:
- sentarte como se te cante
- desprenderte el botón del jean (en mi caso, dos botones)
- tomar del pico de la botella (o del sifón de soda jeje)
- usar el mantel como servilleta (¡es genial!)
- dar rienda suelta a los deseos de tu organismo (los eructos deben ser beneficiosos para el cuerpo, porque después de todo, la naturaleza es sabia che)
- hacer zapping a lo loco sin una vocecita molesta que diga: "ay, lo estás pasando muy rápido y no alcanzo a ver nada, ¡dejá algo de una vez!"
- cantar en la mesa
- hablar con la boca llena
- repetir el plato cuantas veces quieras sin oír: "¿no era que estabas a dieta?" o "¡mirá la grasa que tiene eso!"
- sacarte un pedazo de carne de la boca, sólo porque no te gustó el sabor o porque no lo pudiste cortar
- hacer una inspección detallada de todos tus dientes, con el dedo índice, corroborando que no hayan quedado restos de comida atrapados, porque son tan molestos
- rascarte
- darle de comer al perro en plena cocina (en especial las verduritas que no te gustan)
- tomarte tu tiempo: qué importa si se enfría, qué importa si se hace tarde
- ponerle a la comida el aderezo y la cantidad de sal que se te antoje
- reírte de cómo acabás de hacer volar un cacho de milanesa porque fuiste muy bruto al cortar
- levantar ese pedazo que se te cayó, limpiarlo un poquito y mandártelo a la boca

Lo malo para los que estamos acostumbrados a comer solos, es que se nos presenta un desafío al comer con alguien. En especial si hay poca confianza o si esa persona nos gusta. Es todo un tema. Hay que estar pendiente de no tener media planta de perejil en los dientes, ser cuidadoso al cortar, utilizar vaso, servilleta.
Digamos, ser mínimamente una persona civilizada.
No sé a ustedes, pero a mí me cuesta y a veces me sale lo animalita de adentro.
Claro, ya entendí, no es que me falten modales, ¡es que le hago honor a nuestros antepasados cavernícolas!
¿Lo ven? Alta cultura tengo al final.

sábado, 26 de julio de 2008

Olor a mañana

Música de fondo

¿Hay momento del día más lindo que la mañana? Lo dudo.
Las pocas veces en las que abro los ojos antes de las 2 de la tarde, me tomo un momento para mirar por la ventana de mi cuarto, la del living o la que da al patio.
Esté como esté el día, a la mañana siempre hay mucha luz, aunque no dé el sol directamente.
Me dan ganas de vivir, de hacer cosas.
Me recuerda a los domingos al mediodía, cuando íbamos a hacer asado al dique con mis papás, en la década de los '90. Yo era una piojita con voz chillona (¬¬') que corría atrás de mi pelota gigante fucsia y turquesa. Cómo amaba a esa pelota...
Bueno, la cosa es que nunca disfruto de las mañanas porque usualmente cuando uno duerme no puede hacer todas las cosas que le gustaría hacer, y dado que mi sonambulismo se curó repentinamente hace un par de años, digamos que cuando duermo, duermo.
Por cierto, ¿saben qué combina bien con las mañanas? La música de Jack Johnson. Es ideal.
Por alguna razón me hace imaginar cómo sería amanecer en mi propia casa, con mi propia familia.
En seguida empiezo a idear los ambientes.
Empezando por la cocina, que debería ser muy luminosa y con una linda barra. Infaltable el mantel cuadrillé rojo y blanco.
Un living con un sillón cómodo (no como el de mi casa) y muchos almohadones de colores claritos. Amarillito y verdecito podrían ser (si los decís en diminutivo suenan más finos; es más groncho decir "amarillllo y verrrrde").
Una habitación con una cama muy ancha, una ventana enorme y esos colchones en los que rebotás (me gusta saltar, es una travesura que aún con 20 años no puedo contener ¬¬).
Sí, todo eso me imagino a la mañana.
Obviamente que también pienso "quiero dormir un poco más", pero si me obligan a levantarme, termino agradeciendo (para mis adentros) a ¿Dios? o a quien sea, por... por... bueno, no sé exactamente por qué... ¿Por poder disfrutar de un día bonito? No es mucho, no es la gran cosa, pero, algo es algo.
Hoy me levanté temprano, hoy de hecho salí temprano, y en la calle se respiraba olor a mañana. Es un aroma particular que sólo está a esta hora del día.
Es como el olor a siesta, a verano o a carnaval.
Hay gente que se pasa la vida dejando de lado el sentido del olfato, sin apreciar que cada momento tiene su perfume característico. Ok, quizá yo se lo deba a mi olfato superdesarrollado, pero, ¿que no sienten olores particulares de cada etapa de su vida?
Para mí las mañanas tienen el olor del día que nace. Con ver cómo comienza, me alcanza para saber cómo seguirá. Hasta ahora nunca me falló.
Y éste, va a ser un gran día.
A disfrutarlo porque no se repite (a pesar de que muchas veces me parece que todos los días de la semana fueron iguales).
Ah, hoy estoy de estreno. Hice de tripas corazón y me compré una camisa de Wrangler, lo cual es todo un acontecimiento porque yo nunca uso marcas. Me siento como en una ceremonia de iniciación.
Tal vez luego les cuento cómo me fue :)

martes, 22 de julio de 2008

Eso que llamamos infancia

Por algún motivo tengo muchos amigos y conocidos apodados Ale, por lo que haré la distinción y a mi amigo Alejandro, alias Superaldi, como odia que le diga así, lo llamaré El Ale. Si ven "Ale" a secas es Alejandra.
Ahora sí, vamos con el post.
Bueeeno, a pedido de Nacho (ok, ok, y porque soy cholula, es así), voy a escribir varios posts, para registrar los recuerdos de la escuela primaria.

Probablemente los editaré un millón de veces.
Probablemente los leamos sólo Nacho y yo.
Probablemente intentemos hacer que El Ale también, pero se va a aburrir luego del segundo párrafo y se va a poner a hacer otra cosa.
¿Manu decís? ¿Manu leyendo? Pagaría por verlo.
Así que, hagamos un viaje (Dios, qué frase quemada). Remontemos la imaginación cual barrilete... ¡Está bien, está bien! Me dejo de idioteces y voy al grano:

Primer grado:
Corría el año 1994, cuando un grupo de niñitos inocentes (no sé por qué me imagino esto con voz de Elio Pez en ese capítulo de Los Simpsons sobre la Ley Seca) no se imaginaban que sus vidas cambiarían, por culpa del destino, que decidió juntarlos en un salón donde las sillitas y las mesitas parecían para enanitos de Blancanieves.
Recuerdo que nos sentábamos en mesas de a cuatro. Yo estaba con una niña llamada Gabriela (tímida e inteligente), Maxi (un coloradito gracioso que años después se convertiría en un diablo) y Patricio (a quien yo -que por esos entonces era muy ricotera- apodaba Patricio Rey). Es el día de hoy que no recuerdo el apellido del tal Patricio, para mí era Rey y punto.
Varios sucesos me marcaron.
El primer día de clases, nos dieron un cuento sobre un pajarito, y me acuerdo de leerlo en voz alta y preguntarle a mis compañeritos por qué ellos no sabían leer. Nunca fui muy sutil.
También había que pintar un cuadrado, un círculo y un triángulo (recuerdo aportado por Nacho, parece que es lo único que grabó en su memoria).
Yo no sabía usar la Boligoma (nunca sé si va con v o con b) y me enseñó Ricarda, que había que apretar para que saliera. Sí, había una mina llamada Ricarda.
Evitaré hacer comentarios con doble sentido sobre esta anécdota.
Sí, che, se llamaba Ricarda. Au
nque no lo crean.
Sin duda, uno de mis traumas fue el no recibir ese abecedario con dibujitos, que luego todos plastificaban. A mi mesa, no nos llegó el maldito artefacto, porque ya sabíamos leer y escribir perfectamente.
¡¡¡Yo quería pintar los animalitos!!!
Elisa, nunca te voy a perdonar que no nos hayas dado un abecedario a nosotros.
Tampoco olvido que me hacía escribir en manuscrita y yo quería ser como los demás nenes, que podían usar imprenta.
Acto de fin de año. Teníamos que representar cuentos infantiles. Qué derroche de ingenio por parte de las maestras, por Dios.
Yo hice de conejo. Yo no quería hacer de conejo. Yo quería hacer de flor, como el resto de las nenas. Pero no. Fui conejo. Fui un adorable y pomposito conejo blanco.
Encima, hay una foto que no me deja mentir.
Ahora que lo pienso, era medio clasista este tema de los actos eh. La protagonista era una sola, Cenicienta, y el resto de las nenas éramos vegetales o animales pelotudos que corríamos y saltábamos a su alrededor.
Era una nena muy parecida a mí, pero más grande. Siempre nos confundían. Los nenes en la cantina (sí, en mi escuela decíamos cantina en lugar de quiosco, ¿y?) se peleaban por comprarme golosinas, porque decían que era "la princesa". Yo les discutía que no pero muy decididos me contestaban: "Sí, vos sos Izarella."
Quizás ahí aprendí lo que es capaz de hacer un hombre por una cara bonita :P
¡Ah! No puedo pasar a segundo sin escrachar a El Ale diciendo que los primeros días tenía que quedarse su mamá para que él no llorara. Seguro no está leyendo esto así que no voy a recibir un reto.

Segundo grado: Oh, por Dios. Por qué nos tuvo que tocar esa maestra. La mina estaba totalmente loca. Nos encerraba con llave en horas de clase y se ponía a llorar porque su madre estaba enferma.
Hace poco la vi en un bar llamado Liverpool, con una remera que hacía parecer su espalda un matambre.
En fin. La mina estaba loca y obligaba a todas mis compañeras a ir con trencitas, salvo a mí porque decía que yo era "prolija" (?).
Eh, creo que voy entendiendo por qué siempre me esforcé por ser una más del montón, ahora veo que de chica me trataron de manera especial :/
La cosa es que un día entró Alfredo, el bigotudo de gimnasia, con su eterno sánguche de jamón, a contenerla. Y Rosa (así se llamaba) lloró laaargo y tendido.
Nosotros, gurrumines de 7 u 8 años, no entendíamos nada.
A veces la loca se sacaba los zapatos y se ponía a hacerse plantillas nuevas en cartón.
Lo que nadie niega es el arte de esa mujer para preparar los mejores actos.
Hicimos de indios una vez, con una coreo que sorprendió a todo el mundo.
Nadie sabe por qué, pero una de las Núñez (unas mellizas que se odiaban entre sí) hizo de Colón.
Paso a citar a Nacho: "¿Por qué iban a travestir a una de las Núñez habiendo nenes en el salón?". Son esos misterios de la vida viste.
A fin de año, el tema era "el circo". A nosotros nos tocó ser los elefantitos.
A Nacho lo eligieron de domador y él no quería. Extrañamente, él prefería estar con el grupo de los que se ponían un disfraz más pesado que ellos y se subían a un balde a hacer monerías en una pata, con una pandereta en una mano.
No me olvido más su cara llena de lágrimas, y a él gritando: ¡¡¡No quieeero ser domadooor, quiero ser elefaaaaaaanteeeee!!!
Y Nacho cumplió su sueño.
Lo sabemos porque una foto lo atestigua.
Claro, lo que nadie cuenta es que el papel de domador se lo terminaron encajando a alguien menos afortunado que, hemos deducido, fue El Ale.
Esto da paso a la siguiente anécdota:
Recreo. Manu y El Ale jugando a los molinetes en la galería. Manu que suelta a Ale (por pura maldad). Resultado: Ale llevando un pedazo de diente al dentista, y éste diciéndole: "No querido, no te sirve para nada".
La sonrisa de El Ale aún recuerda el incidente, y los fucking dientes que se le empezaron a correr, y las múltiples cirugías que puede tener que hacerse (no es que esté exagerando...), tampoco lo olvidan.
Ese año, aparecieron en mi vida dos personas que aunque viven en su bola de pelos (no es nube de pedos sino bola de pelos), aún hoy estan presentes.
Estoy hablando de Manuel (a quien gastábamos hasta el cansancio llamándolo Manuelita o cargándolo con Ricarda) y de Alejandra (apodada Hermione años más tarde).
Ale nunca te voy a perdonar que no me invitaste a tu cumple de siete y a Mercedes sí.
Es chiste :P
Mi amiga Ale se cambió de curso y la vida quiso que nos volviéramos a cruzar en octavo, en el Instituto. Sólo compartimos ese curso juntas (lo que más nos unió fue el fanatismo por Harry), y a fin de año partió para Buenos Aires. Luego a Estados Unidos (cada vez se iba más lejos la pascuala) y ahora está nuevamente en este país, pero sigue lejos de mí.
Algún día iremos a Londres, nena, lo prometo.
Pero mientras, la futura ingeniera debe irse a estudiar un poco ^^

No se pierdan la próxima entrega :P

Los gatos... ¿saben?

Este tipo de cosas me distraen del estudio, y hasta que no las analizo, no me puedo concentrar en la lógica proposicional.
Hoy observaba a mi gato, durmiendo arriba de mi cama (sí, en la frazadita verde de polar que ama tanto y en la que clava sus uñas unas 100 veces al día), y quise molestarlo (qué raro).
Entonces hice que se mordiera su propia cola. El muy tunante, en vez de atacarme a mí, se abalanzó con las manitos y los dientes sobre ella.
Y yo me pregunto: Los gatos... ¿Saben que su cola es parte de su cuerpo?
Luego de reírme de lo tonto que es a la mañana, me di cuenta que mientras dormía plácidamente
, movía su cola y se hacía cosquillas en los bigotes. Se ve que le molestaba porque le tiraba manotazos. Hasta que se hartó, abrió los ojos, la tapó con una manito (no sin antes dedicarle una mirada de odio), y siguió durmiendo.
Esto me da qué pensar.

miércoles, 16 de julio de 2008

No voy a ser yo

Poné Play <-- Tal y como me siento ahora

No, no voy a ser yo.
Quien se arrepienta.
Quien se quede callada.
Quien dé marcha atrás.
No voy a ser yo.
La que lo niegue.
La que lo oculte.
La que finja que nada pasó.
No, no y no.
No soy esa clase de gente que se arrepiente de lo que siente.
Aunque la culpa haga lo suyo, aunque el miedo paralice, aunque entren en juego la lástima, los códigos y todas las excusas que se te ocurran.
Hoy yo me siento mal. Hoy yo estoy triste.
Y tal vez mañana esté igual, y pasado.
Pero va a llegar un día, un dichoso día, en el que todo eso será un recuerdo.
Es sólo cuestión de tiempo.
Y voy a estar bien, voy a sonreir con la boca y con la mirada, otra vez voy a ser esa chica efusiva que todo lo llena de ideas locas y chistes.
Pero, sabés, te tocó la parte difícil, después de todo.
Hoy estoy mal yo, hoy esto rota yo, pero me di cuenta de que no me tengo que arrepentir de sentir, no tengo que sentir miedo ni vergüenza.
Porque me animo a vivir.
Porque vivo hoy.
Porque no espero a que las cosas se arreglen solas.
Porque yo camino el mundo, yo lo hago girar.
Y digo que te tocó la parte difícil porque es más duro arrepentirse de algo que uno nunca hizo, que de algo que salió mal.
Por eso, la que se esconda de lo que siente, no voy a ser yo.
Quiero vivir hoy, esta misma tarde, esta misma noche.
No creo que puedas entenderlo.

Si le pudiera poner un nombre

Cuando los amigos están ocupados. Cuando el msn muestra una lista de gente con la que no podés hablar. Cuando algo se rompió adentro. Cuando ni la música más pila te cambia la cara. Cuando te decepcionan. Cuando no tenés fuerza para chocar esa pared y pasar al otro lado. Cuando te quedás parado con cara de idiota, con la vista clavada en el piso. Cuando te parece que una sonrisa es un esfuerzo descomunal. Cuando los segundos pasan lentos. Cuando nadie contesta tus sms. Cuando se fueron dejándote un vacío adentro. Cuando no entendés por qué. Cuando lo que te hacía bien ya no te ayuda. Cuando no obtenés respuestas. Cuando querés comprender y no podés. Cuando querés olvidar. Cuando te sentís triste. Cuando esperás algo que no va a llegar. Cuando te das cuenta que sos un tarado. Cuando aún así no te arrepentís de lo que hiciste. Cuando te da lástima tirar todo por la borda. Cuando el nudo en tu garganta hace que no te salga la voz. Cuando te tragás las palabras que te morías de ganas de decir. Cuando te deshojan como a una margarita, pero lentamente. Cuando querés que el tiempo pase. Cuando no te sale llorar porque tenés algo más grande atravesado en el medio del alma. Cuando... cuando tenés un día como el que tuve hoy. Cuando recordás cada instante y decís "por qué no hice esto", "por qué no se lo dije". Cuando no te quieren escuchar y todavía tenés mucho para decir. Cuando te cierran la puerta en la cara dejándote helado. Cuando no podés dejar de pensar en la palabra cobardía.

viernes, 11 de julio de 2008

Si pudieras

Si supieras que cada día me levanto con la esperanza de que ése va a ser diferente.
Si supieras que mientras me baño pienso todo lo que tengo ganas de hacer, planeo, organizo, aunque después no termine llevando a la práctica ni la mitad.
Si supieras que todas las tardes me aburro pero le pongo la mejor sonrisa que me sale y la voluntad más grande de la que soy capaz.
Si supieras que mientras entra luz por la ventana estoy bien, un poco cansada quizás, pero tratando de remarla hasta el final, deseando que vengan tiempos en los que una suerte mejor me atraviese.
Si supieras que salvo por algunos detalles, puede decirse que sobrevivo.
Si supieras sólo eso, pensarías que puedo seguir así por un tiempo más.
Pero...
Si supieras que cuando empiezan a cantar los grillos afuera y la gente guarda el auto en el garage, se desmorona todo lo que construí horas antes.
Si supieras que es cuando más siento la soledad.
Si supieras que trato de no pensar, que intento alejar mi mente de lo que me tiene preocupada, que me obligo a concentrarme en las cosas que me hacen bien.
Si supieras que es a la noche cuando salen todos los fantasmas y que se me da por escribir estos posts.
Si supieras todo esto.
Si supieras que tenés el poder de cambiarlo, no con pequeños gestos casuales sino radicalmente, de una vez y para siempre.
Si supieras que depende de mí, que no está todo en tus manos, pero que sí necesito tu ayuda.
Si supieras que podés hacerme un poquito más feliz casi sin querer.
Si supieras que estoy cansada de esperar, que estoy harta de preguntarme qué esperás vos.
Si pudieras cambiar todo hoy mismo aunque explotara el mundo, ¿lo harías?

martes, 8 de julio de 2008

Chocar contra una pared




No insistan. Hoy no estoy para nadie.
Bueno, sí estoy. Si es sabido que quien me venga a hablar nunca encontrará un no como respuesta. Si de seguro voy a colgarme del cuello del primero que me quiera escuchar.
Harta. Cansadísima de atormentar a mis amigos con los mismos dilemas.
Ante los ojos de los demás, las cosas que me pasan ¡se ven de simples!
Como una ecuación con solución única. El problema es que yo veo muchas soluciones y cada una me asusta más que la anterior.
¿Por qué justo ahora se me viene a complicar así el panorama? ¿Con qué derecho se inmiscuyen en mis pensamientos esta clase de cosas?
No tiene ningún sentido, ningún fin, ninguna razón de ser.
Sé reconocer cuando algo es peligroso, cuando algo no me hace bien, cuando algo a la larga me va a perjudicar.
¿Y qué hago? ¿Lo esquivo? ¿Soy previsora?
Pues no, amigos, no. Voy derechito al choque. Plantada bien en el medio de la calle, cosa de que venga el camión de frente y pum.
Claro, así me quejo después eh. Así me recrimino a mí misma, "¿por qué no te corriste antes?".
Y tal vez, la respuesta sea que no me quise correr.
Bueno ahora me la tengo que bancar, ¿no?
Pero duele, saben, duele muchísimo.
Se pagan caro los instantes de rebeldía.
Toda mi vida me guié por reglas. Amo las reglas. No sé vivir sin ellas. Y encima pretendo hacer que los demás también las sigan.
Pero a veces, y sólo a veces, me escapo yo también. Y está bien, es necesario, pero mi costumbre es escaparle a las reglas útiles.
No, no a la de lavarse las manos antes de comer. Hablo de otro tipo de reglas.
Una de ésas que te ahorran lágrimas.
La sabiduría de saber cuándo frenar.
No la tengo. Creo que la sabía. Pero, pluf, se me olvidó.
O quizá siempre lo tuve en mente y aún así dije: ¿Y a mí qué?
Y vaya que me salió caro.
No se sale sin rasguñones después de pensar "qué tal si...".
No se sale ileso.
Hay ciertos viajes de los que uno vuelve siendo otro.
Hay cosas irreversibles.
Porque no se puede revertir su resultado, o porque nunca hubo uno.
Odio la incertidumbre.
Odio quedarme con la intriga.
Odio no animarme.
¡¡¡¿Por qué?!!! ¿Por qué tengo que ser así? ¿Por qué tengo que desafiar siempre las cosas? ¿Para darme contra una pared? ¿Para aprender?
Si al final no aprendo nada. Si después de todo vivo diciendo que la próxima vez voy a pensar en vez de sentir, porque así se ahorran daños, porque es lo correcto, porque no hay que alterar el orden natural de las cosas.
Pero en seguida salta la parte inconformista de mí a, lisa y llanamente, joderme la vida. Le encanta. Adora hacer eso... Adoro hacer eso...
Sí, creo que soy yo después de todo.
¿Y qué hacer ahora? ¿Terminar de arruinar todo con la vana esperanza de que funcione la teoría del caos en este pequeño sistema frágil que construí? ¿Esperar entonces que casi mágicamente del desastre surja el orden?
No creo tener tanta valentía para dar el paso final.
No creo recibir ayuda externa.
Siempre sola, siempre sola.
Y me cansé.
Aunque no haga nada, aunque deje todo así, aunque no quiera ni mirar, todo va a estar esperándome cuando me decida. O no.
Me encantaría levantarme mañana y darme cuenta que todo fue un sueño, pero no va a ser así.
No puedo volver el tiempo atrás. No puedo hacer como si nada hubiera sucedido, simplemente porque llegué demasiado lejos.
Me abandoné a mi suerte. Me dejé llevar. Y estoy tan adentro que no puedo salir.
Y aunque salga, no voy a ser la misma.
Salvo que...
¿Que qué?
Nada...
¿Nada de verdad? ¿O nada como cuando alguien me pregunta "qué te pasa" y contesto "nada"?
¿A vos qué te parece?
A mí, me parece que la próxima vez que te hagan esa pregunta, deberías contestar con la verdad.
No va a haber próxima vez.

martes, 1 de julio de 2008

Dulce amargo

Obsérvenla.
¿Qué tiene de inocente esta paleta? Nada ¬¬
¿Qué tiene de dulce? Mucho ¬¬
¿Qué tiene de especial? Que nadie te la regaló ¬¬
¡Eso tiene! :(
Hoy empezó en Argentina una semana que cada año, por algún u otro motivo, odio.
Sí, la semana de la dulzura (?).
Excusa perfecta de los hombres (cierto tipo de hombre), para halagar compañeras de trabajo o estudio y robar algún que otro beso. Claro que son todos besos en la mejilla, carentes de cualquier tipo de emoción, casi equivalentes a un insulso saludo matinal (aunque deseemos lo contrario, el príncipe azul no existe, y en caso de existir, no va a venir a tocar timbre con un Bon O Bon gigante a las 3 de la tarde).
Decía que odio esta semana porque siempre me encuentra (y algunas mujeres se sentirán identificadas seguramente) en alguna de estas situaciones:

- Situación 1: Felizmente de novia. No tiene gracia. De hecho terminás reprochándole algo del estilo: "Claro, claro, ahora porque es la semana de la dulzura me traés un chocolate pero el resto del año nunca tenés ese detalle eh".

Aquí pueden presentarse dos casos:

a) El chico en cuestión es un amargo al que estas fechas le resbalan, en cuyo caso te regala la golosina casi por obligación o bien lo pasa olímpicamente por alto. Te quedás pensando: ¿Por qué a mí siempre me tocan novios amargos? ¿Por qué no me tocó un romántico como el novio de *inserte nombre de amiga aquí*?

b) El muchacho es un tierno y cae con una golosina riquísima que devorás en un minuto y en definitiva, el beso pasa a un segundo plano porque claro
, es tu novio, es algo demasiado habitual.

- Situación 2: Completamente sola. No sólo no tiene gracia sino que hasta se vuelve triste. Ves pasar el día 1 y pensás: "bueno, seguro mucha gente no se enteró"; el día 2 creés que todavía quedan 5 días; el día 3 te ilusionás y resulta que tu amigo se compró esa Tita para él y te dice "¿querés?" (con la boca llena y en respuesta a tu mirada inquisidora); el día 4 ya tenés en MSN un nick parecido a: "odio la semana de la dulzura"; el día 5 ya no te importa (por dentro sí pero te las das de rebelde); el día 6 pensás: Ahora o nunca, ¿si empiezo a regalar yo? (y no lo hacés porque te da pachorra ir al quiosco); y el último día acabás criticando esto del consumismo compulsivo que nos impone la globalización (???).

Aclaración: Estos eventos pueden presentarse en orden diverso, según la complejidad de la muchacha a la que se apliquen.

¿Solución? Eliminar esta semana de la faz de la tierra. O que me compren una paleta como la de la foto para mantenerme callada (aunque existan otras formas de callarme, no vienen a cuento y la comida es la que menos costo tiene).