sábado, 31 de mayo de 2008

Yo y yo

(Esto viene de una charla conmigo misma en el shout box)

- Cada día te ponés más cursi, aún cuando estás pa' trás negra eh.
- Sí, la verdad que sí.
- Che, ¿y por qué no ponés foto acá?
- Y,
porque es un blog, no un flog. Si fuera un flog pondría foto, pero ¿para qué quiero atraer buitres a mi campito de lavanda?
- No sé, ¿no te divertís a veces con las cosas que te dicen?
- No, me rompen las bolas, sólo eso. Algunos se dan por vencidos fácil, y ni siquiera tengo que desadmitirlos. Otros son más insistentes.
- Al menos te mantienen el ego alto.
- Ni siquiera eso, si lo hacen con todas por igual, da lo mismo qué te digan, ya sabés que es la misma frasecita que se saben de memoria.
- Me olvidaba que hablo con la señorita no-especial.
- Es la verdad, soy una más. Nada de "única", nada de "diferente a las demás". Hay miles parecidas a mí. No busco nada raro, no pienso nada raro. A las minas les gusta sentirse especiales y se deprimen cuando se dan cuenta de que no lo son.
- Sí, siempre les gusta sobresalir, pensar en sus adentros que tiene algo que la hace irrepetible. Y toda esa sarta de pelotudeces.
- Claro. Yo no. Sé que soy común, que hay cientos de otras como yo, con la misma personalidad, los mismos arranques, miedos y obsesiones.
- ¿Y no te desanima eso? ¿Saber que sos una más de la bolsa?
- Quizá en otro momento sí. Esos años en los que querés diferenciarte, querés buscar tu propio ser, tu propia manera de estar en el mundo.
- O sea que vos ya la encontraste.
- No, ando flotando por ahí. Tampoco me importa demasiado.
- Ja, ahora te las das de bohemia.
- Para nada, ni siquiera sé bien lo que significa. ¿En qué estábamos?
- En que odiás los fotologs.
- Ah, sí, cierto.
- Che, ¿salís hoy?
- ¿Qué pregunta es ésa? Sabés que nunca tengo con quién. Y que me da frío en estas épocas.
- Quería ver si variabas la respuesta. Agarrarte desprevenida, ver cómo respondés bajo presión, o algo así.
- ¿Eh? ¿Qué bicho te picó?
- No sé, una abeja capaz, soy alérgica a ellas.
- Mentira.
- No, ¡es cierto! Yo no miento.
- Yo tampoco.
- Mentirte a vos misma cuenta como mentir, ¿sabías?
- No, no cuenta. Es como decirle a tu sobrino que Papá Noel le dejó un regalito en tu casa.
- Cierto que vos ponías las reglas acá.
- Me caés bien piba, me gusta cuando me das la razón.
- Te gusta que te den la razón, pero pocas veces la concedés vos.
- Exacto. Ésta es una de esas pocas veces, pero como te doy la razón a vos, que soy yo, ¡no cuenta!
- Claro que sí.
- Claro que no.
- Que sí.
- Que no.
- Basta, mi cerebro se pliega sobre sí mismo y me llamo recursivamente infinitas veces, pará la moto piba.
- Ok, pero sólo porque me caés bien y porque no me pediste foto.

El azul destiñe con los lavados


¿Por qué es tan jodidamente difícil enamorarse?
¿Por qué ese miedo?
¿Por qué esas vueltas?
¿Por qué no decidirse e ir a buscar que las cosas pasen?
¿Por qué callarse siempre?
Toy enojá, harta, cansada de esperar, de tratar, de entender
Todo me lleva a pensar que el príncipe azul NO EXISTE.
El azul marino se va a pasear plácidamente en su corcel, se cuelga y vuelve cuando se le antoja.
O si no, anda arrastrándose detrás del vestido de la doncella, cual sirviente hambriento reclamando un poco de atención.
El celeste se queda en casa, con las patitas arriba de la silla, mirando tele, cómodo y tranquilo, esperando quién sabe qué cosa, un milagro, un par de ojos mirándolo fijo a dos centímetros o una señal del Universo, del Winamp o de un maldito reloj mágico.
¿Conclusión? Simple: No existe tal cosa. Y si existe, es gay, es tu ex, es casado o es tu amigo.




Consejos para ir al baño en otra casa


Ok, ok, convengamos que todo depende de la confianza que tengas con el dueño de la casa, pero, en términos generales podríamos listar una serie de consejos sobre qué hacer y qué no hacer si entrás a su baño:

1. Si sos mujer y estás en "esos días", corroborá que haya tarrito. Consecuencias desastrosas en otro caso.
2. Comprobá que haya papel higiénico antes de hacer nada. ¿Hace falta explicar?
3. Si te cayó mal algo, fijate que haya desodorante de ambiente o algo que "eche olor lindo". Hay que ser considerados con el siguiente que entre.
4. Por el amor de Dios, esto es muy importante así que prestá atención: Verificá que ande "la cadena", "el botón" o lo que sea que haya en ese inodoro. Feas perspectivas si te das cuenta que no anda demasiado tarde...
5. Por las dudas, si hay niños en ese hogar, corré la cortina de la ducha, no sea cosa que estén jugando a las escondidas y haya un expectador ocasional de tu visita al baño, y que encima empiece a gritar, y vos a la par cuando te percates de su presencia.
6. Antes de agarrar el jabón, mirá bien si no tiene pelos sospechosos. Después no digas que no te avisé.
7. Ojo con las canillas rotas, no abras una si no estás seguro de sus condiciones, porque no queremos que causes una pequeña inundación en el cuarto de baño.
8. Cerrá bien la puerta. Nunca está de más ser precavidos, ¿no?
9. Nada de abrir la canilla ni bien entrás, que hay que ahorrar en el consumo del agua potable y además de afuera se escucha todo igual.
10. Si sos hombre, ¡levantá la maldita tapa y la recontrap... que te parió! Y vale apuntar, además.

Bueno amigos, esto fue todo. Es todo un arte. Pongan en práctica estos consejillos si quieren comenzar a ser personas civilizadas.

jueves, 29 de mayo de 2008

Otoño

Cuando el otoño ya no duela, cuando las sensaciones se congelen, cuando el frío termine de matar las palabras que quieren escaparse. Cuando el miedo deje de vendar los ojos y atar las manos. Cuando la puerta se termine de cerrar, cuando tire la llave, cuando baje la persiana.
Cuando ya no me muerda el labio, indecisa y culposa. Cuando ya no dé vueltas.
Va a ser tarde, ¿o va a ser precisamente el momento justo?
No.
Seguro va a pasar de largo. Se va a encargar de camuflarse, y va a pasar caminando en puntas de pie sin que me percate de él.
Tiene pensada una maniobra infalible de distracción.
Ahhh sí, lo tiene todo planeado.
¿Quién? Él: el momento... Junto con el tiempo (su jefe) y la oportunidad (la peor de todas). Flor de turros esos tres.
Voy a estar mirando para otro lado o quizá para adentro, y no voy a ver cómo se escapan.
Casi me van a rozar pero no me voy a dar cuenta.
Nunca.
Y al final, algún día, voy a tener esa sensación de que me perdí de algo. O quizá ya la tengo.
Isn't something missing?
Voy a subir esa escalera, sola. Mis pasos van a hacer eco y mi aliento un poco de vapor en el frío de esa tarde otoñal.
Todo queda atrás, los buenos momentos, las risas, los amigos, las soledades.
Todo lo que alguna vez fue, en algún momento pierde sentido, "como notas discordantes en una canción conocida".
Ya no pertenezco a ningún lado. Mi ausencia no se notará, porque hace tiempo que no estoy.


Losing hope is easy, when your only friend is gone and every time you look around, well, it all, it all seems to change

viernes, 23 de mayo de 2008

Nos veremos otra vez

Escuché otra vez esta canción (Nos veremos otra vez, por Serú Girán), después de muchos años, y en pocos segundos se convirtió en la cortina de fondo de mi hoy.
Se me hace un nudo en la garganta y se me vienen miles de imágenes y no puedo seguir...

Aunque te abraces a la luna
Aunque te acuestes con el sol
No hay más estrellas que las que dejes brillar
Tendrá el cielo tu color.
No estés solo en esta lluvia
No te entregues, por favor
Si debes ser fuerte en estos tiempos
Para resistir la decepción
Y quedar abierto mente y alma
Yo estoy con vos.
Si te hace falta quien te trate con amor
Si no tenés a quién brindar tu corazón
Si todo vuelve cuando más lo precisás
Nos veremos otra vez.
No estés sola en esta lluvia
No te entregues, por favor
Si debes ser fuerte en estos tiempos
Para resistir la decepción
Y quedar abierta mente y alma
Yo estoy con vos.
Si te hace falta quien te trate con amor
Si no tenés a quién brindar tu corazón
Si todo vuelve cuando más lo precisás
Nos veremos otra vez.


jueves, 22 de mayo de 2008

Me fui de mí

Hoy sólo puedo escribir.
No quiero soltar una lágrima porque si empiezo a llorar, podría hacerlo hasta que se me secaran los ojos.
Estoy desfragmentada. Los pedazos de mi alma fueron desgarrados por mí misma, yo me lo hice.
Cada día se reúnen, los trocitos se agrupan como en un rompecabezas, y parece que todo vuelve a la normalidad, pero llega la noche y se vuelven a deshacer, a alejar los unos de los otros.
Es un juego que va a terminar destruyéndome un buen día.
Ya ni me reconozco.
Esta noche, en MSN no estoy para nadie.
Esta noche, nada de vidas ficticias en Popomundo.
Esta noche, sentí el impulso irrefrenable de escribir.
Nada de narrar la segunda parte de "La escalera". Nada de inventarme historietas para evitar hablar de mí misma acá.
Hoy sólo necesito sacarme estas sensaciones de adentro, en forma de palabras. Aunque no las pueda decir en voz alta. Aunque no tenga nadie con quien hablarlo. Aunque nadie lea esto. Aunque nadie me entienda.
Hoy venía en el auto, centrada en mis tribulaciones diarias, ya casi convertidas en rutina fija, cuando al llegar a la avenida, vi lo que parecían las consencuencias de un choque.
Autos, gente preocupada, la policía desviando el tránsito, y algo tirado en el suelo.
El sólo pensar que puedo haber tenido a la muerte en frente de mí me hizo sentirme a la vez, culpable y avergonzada de mis temores infantiles, de mi estrés universitario, de mis problemas amorosos de novelita.
El pensar que ese bulto en el piso podría haber sido alguien a quien amo, o incluso yo, borró por un rato toda preocupación de mi mente.
Pero luego, como pasa siempre (en especial después de ver documentales en la tele de gente que la pasa diez mil veces peor que uno), esas imágenes se enfrían y vuelven las que soporto todos los días.
Me persiguen, doblan la esquina conmigo, hasta se suben al colectivo. Me recorren entera. Son como una película que se proyecta una y otra vez en mi cabeza.
Sé que hay cosas peores, sé que lo mío es casi imperceptible (tanto que sólo las personas con las que he hablado del tema pueden llegar a sospechar algo).
Siempre supe disimular, disfrazar bien las depresiones, hacerlas pasar por nervios del tipo "se me vienen los parciales y estoy pintada".
Nunca fui una amiga ejemplar, tengo miles de defectos, pero algo que siempre me dicen, es que mi don es escuchar.
Y yo escucho, y escucho, y escucho. Analizo, animo, comprendo, doy consejos, y veo cómo los demás resuelven sus cosas. Y me alegro con ellos y por ellos. Y festejo sus triunfos. Y hasta vivo a través de ellos.
Pero a veces quiero hablar yo, de lo que me pasa, de lo que siento...
Algunas personas me dan pie para eso, y aunque nunca se los diga, me siento muy afortunada de tener gente así a mi alrededor y los aprecio más de lo que piensan.
Pero, cuando empiezo a largar todo, enseguida me siento una carga, y dejo de hacerlo.
Si me preguntan, tengo frases preparadas en mi repertorio: "Después hablamos, ahora estoy haciendo algo de la facu", "acá ando, aburrida, ¿vos?", o "sí, todo va mejorando de a poco"...
Llega un momento donde digo STOP. Basta para mí, no juego más. Me quiero bajar pero la calesita sigue dando vueltas conmigo arriba. Y veo pasar todo a mi alrededor, gente que ríe, gente que se relaja, que pasea.
Y yo sigo anclada al mismo lugar, viendo cómo la vida misma pasa ante mis narices y me deja atrás.
Siempre es así, siempre es igual.
Me siento fatal.
Realmente fatal.
No un poquito, no un transitorio cambio de humor.
Me siento fatal, fatal, fatal. Lisa y llanamente mal.
Y al carajo con los buenos modales, las frases bonitas y toda esa patraña de historias cuidadosamente elaboradas, melosas y sin sentido que inundaron mi blog.
Así soy yo, así estoy yo ahora.
Estoy en lo más profundo de mi desastre.
Nunca más enredada, nunca más lejos de la salida.
Es el corazón del laberinto, y ni siquiera estoy buscando los caminos hacia afuera. Supongo que me senté contra el seto y me puse a mirar el cielo, y me perdí.
No sé si quiero que me encuentren. No sé quién quiero que me encuentre. No sé si quiero salir.
Sólo quiero que se aligere el peso. Poder de alguna manera liberar, alivianar esta cruz.
Hecha de tantas cosas... Miedos, estrés, preocupaciones, culpas, prejuicios, olvidios, vergüenzas, soledad...
Sobre todo soledad.
No soledad de estar solo. No soledad de sentirse solo.
Soledad de sentirse acompañado, de saber que hay gente alrededor dispuesta a ayudar, pero sin embargo, sentirse solo de todos modos.
Soledad de ver una barrera entre uno y los demás. De no saber cómo llegó ahí. De querer que no exista.
Soledad de querer ser uno más y a la vez sentirse seguro en ese refugio personal a prueba de suicidas que se quieran acercar.
Estoy en mi rincón de siempre, pero esta vez es más oscuro que nunca.
Mierda.
Esa puta sensación otra vez. Quiero gritar BASTA.
Quiero preocuparme por cosas como "¿salís hoy?", "¿qué te vas a poner?", "¿nos tomarán el práctico 7 en el parcial?".
Y no puedo. Por qué seré tan complicada, ¡Dios!. Por qué dejé entrar en mi vida toda esa cosa de las dudas existenciales, la metafísica y esa sarta de pelotudeces que te terminan haciendo un ñoño con tendencia a la depresión.
Maldito síndrome de Lisa Simpson. Verdaderamente estúpido. Quiero ser un Bart cualquiera.
Si tan sólo pudiera identificar qué es lo que me lastima...
Pero son tantas cosas mezcladas y acumuladas en todos estos años, que ya no sé qué es qué, quién fui, quién dejé de ser y quién está ahora adentro de mí.
Es muy duro ver durante todo el día que hay alguien que se despierta en tu cama, toma tu desayuno habitual, cursa tus materias, besa a tu pareja, ve tu programa favorito y mima a tu gato. Es muy raro y loco al mismo tiempo, sentirse tan afuera de esa persona, que se llama como vos y se sienta en tu lugar de la mesa.
Lo sé porque es lo que me pasa. No sé en qué momento sucedió. No sé si esa yo ocupó mi lugar, o si yo la abandoné, dejándola sola.
Creo que me fui de mí. Quizá por eso me siento sola, porque me abandoné hace tiempo.

lunes, 19 de mayo de 2008

La escalera - Parte I

La ventisca queda afuera, y entro yo, haciendo mucho ruido porque la puerta cruje hace años.
Cambio el frío invernal por el cálido recibimiento del edificio donde vivo. Tirito un poco.
Mis tacos hacen ruido en el vacío vestíbulo.
Me acomodo un poco el pelo al pasar frente al espejo y me observo con aire abatido, como sea que lo intente, nunca voy a estar arreglada.
Soy como una criatura salvaje a la que domesticaron un poco, le enseñaron a caminar sobre dos patas, comer con cubiertos y que ahora usa Channel, zapatos y un lindo trajecito combinado.
Ni miro el ascensor. Sigo hasta la escalera. Tengo fobia a los ascensores, hasta sueño con ellos. Aunque más con escaleras a las que le faltan tramos enteros. No sé por qué y no me interesa, pero agradezco vivir en el primer piso.
Prendo la luz del descanso. Siempre me pregunté por qué la lucecita de la perilla es roja, ¿por qué de un color tan feo?
Paso por la puerta del A. El viejo volvió a perder a su tortuga y la llama a gritos. Nunca supe de una tortuga que responda a su nombre, la verdad... Río para mis adentros.
Los del B peleando, otra vez.
Nunca supe quién vive en el C. A veces se escucha un piano. Tampoco es que me interese demasiado.
Bueno. Confieso que una vez me acerqué a escuchar y ver si podía captar una palabra.
Ok. También toqué el timbre (preparando mi mejor vocecita de: "hola, soy la vecina, necesitaba un poco de azúcar"), miré por la cerradura, fingí doblarme el tobillo frente a su puerta, y hasta hablé a los gritos por celular a la hora de la siesta.
Y nada. La única que salió a mirar la anciana poco amigable del D, ésa que se queja de mis tacos y de mi gato.
Paso por el C, controlando el impulso de quedarme escuchando un poco (lo malo de usar zapatos, además de lo incómodos que son, es que no puedo hacer como que estoy atándome los cordones).
- Hum... Siempre con esos tacos vos eh.
- Hola Carmen, siempre tan atenta usted - Sonrisa falsa.
El E. Por fin. La llave encuentra la cerradura y la puerta se abre.
Tiro el llavero sobre la mesita que está en la entrada con el único objetivo de poder hacer eso.
Un zapato afuera, otro zapato afuera y a tirarse en el sillón.
Suspiro.
Me suelto el pelo, deseando que se invente el vaso de Coca-Cola autoservible y autollevable. El cansancio le gana a la sed.
Mi gato ya no es capaz de venir a saludar, se queda durmiendo en su almohadón y apenas abre un ojo.
- Qué, ¿intentás caerle bien a Carmencita vos?
Me mira como ofendido.
Y entonces, la música.
El piano ese otra vez...

sábado, 3 de mayo de 2008

Que no es demasiado tarde.

Música de fondo
(abrir en otra pestaña para poder leer jeje)

Que todavía hay tiempo.
Que todavía se puede.
Que todavía vale la pena.
Que todavía hay alguien que te piensa en algún momento del día, mientras ordena su cuarto, mientras camina por la calle, o al irse a dormir.
Que todavía quedan intentos.
Que todavía podés dejar que te maten y empezar el nivel de nuevo porque no es tu última vida.
Que podés darte la cabeza contra la pared un par de veces más antes de que se rompa... la pared.
Que aún quedan cosas por decir, y que tenés que animarte a decirlas.
Que de miedos y arrepentimientos está lleno el mundo.
Que hace falta coraje.
Que sobran razones por las cuales eso no va a funcionar, pero encontrar al menos un buen motivo que te demuestre lo contrario, te puede cambiar la perspectiva de las cosas.
Que elegimos el camino también al fin del trayecto.
Que si no nos gusta cómo avanza todo, podemos desandar lo caminado y tomar otro rumbo.

Todo lo que vale la pena asusta... Pero, qué haríamos sin el miedo...

viernes, 2 de mayo de 2008

Amar lo imposible

(...)
Y otra vez la adrenalina.
Qué torturantemente bien se siente.
Saber que nunca pero nunca será. Que no tiene pies ni cabeza.
Que es imposible.
Cómo amamos lo imposible.
Nos hace sentir desdichados, condenados, infelices.
Sin embargo adoramos esa idea.
Nos desafiamos con cosas que nunca van a ser más reales de lo que lo son en nuestras mentes.
Ni siquiera nos animamos a admitirlo, como si decirlo zanjara la cuestión de su existencia.
Morirse de ganas. Contenerse. Jugar al gato y al ratón. Manejar las indirectas como títeres. Negar todo. Estar a punto de hacer una locura. Entrar en razón. Reírse. Avergonzarse.
Lucha interna entre lo que debemos sentir y lo que quiere ser sentido y grita por ser escuchado.
¿Y a dónde nos lleva? A ningún lado, o al fin.
Quién sabe.

Imposibles

¿Qué pasa?
De repente me encuentro perdida. Me sorprendo y me odio.
(...)
¿Qué está pasando? ¿De dónde sale esto? ¿Desde cuándo?

Tengo que frenarlo.
Esto no puede avanzar.
Pero si me lo propongo, más inevitable se hace.

Imposible. Inalcanzable. Inaudito.
Sí, sin dudas eso es.
Es imposible, con todas y cada una de las letras que forman esa palabra. Necesito decirlo en voz alta para que se haga real.

Inalcanzable, porque además de no poder ser, está mucho más lejos de lo que puedo aspirar.
¿O no?
No, no, basta, no te confundas nena, es inalcanzable.
Al menos hoy...
No. No te engañes, es inalcanzable para siempre.
Cierto. E inaudito. ¡Qué dirían si lo supieran!
¿Lo sabe alguien?
Probablemente
no.
¿Alguien se imagina?
No, pues seguramente que no... Ojalá que no...
¿Seguro?
Deseo que no se lo imagine nadie...
Salvo que... Nada, no me hagas caso.
Como digas. Nunca te entendí.
Yo tampoco, ¿cómo querés que te entienda? Sos la parte irracional de esta esquizofrenia, es evidente y necesario que no te entienda.
Porque no querés...
Claro que no quiero.
Porque tenés miedo.
¡Ja! ¿Miedo decís? ¿Miedo de qué?
De darte cuenta.
¿De qué?
De que soy la que te dice lo que en realidad pensás. No esas tontas ideas moralistas que tenés aprendidas de memoria.
¿Y qué si me da miedo? ¿No tengo derecho acaso?
Claro que sí, nena, de lo que no tenés derecho, es de traicionarte.
¿Vos creés que me estoy traicionando?
No importa lo que yo piense, importa lo que vos pensás.
¿No dijiste que vos me decís qué debo pensar?
Veo que no has entendido nada.
Puede que no quiera entender.
Es verdad, y también puede que te odies hoy por los lugares a donde va tu mente cuando te colgás, pero más te vas a odiar dentro de mucho tiempo cuando te des cuenta de que se vive de los hechos y no de las fantasías.
No sé qué contestar a eso.
Parece que vamos llegando al punto, y que finalmente, nos estamos entendiendo.
No, cada vez te entiendo menos, cada vez me entiendo menos. Ya no sé qué quiero hacer. Ya no sé dónde, ni cuándo ni con quién quiero estar.
¿Segura?
No, no estoy segura de nada. Sólo tengo un presentimiento y no quiero que ésa sea mi brújula. Quiero algo real. Y tengo miedo de que se vuelva real. Tengo miedo de que pase del pensamiento a la palabra, y de la palabra a tenerlo en frente de mí. Le tengo más miedo a la palabra. Creo que no podría resistirlo.
Negarías todo... Bueno, depende de quién te lo preguntara, claro.
Adivinaste. Podríamos decir que sí, negaría todo y huiría, porque es imposible...
Parece que de eso sí estás segura.
Sí... Y extrañamente me decepciona.
Ya sé que dirás ahora... Balbucearás algo sobre los momentos más inoportunos...
No me lo eches en cara, sabés que soy así, y que me odio por admitirlo.
Vivís de las emociones vos eh, no podés resistirte ante un poco de adrenalina.