Hay historias que no se cuentan, que se pierden, que no llegan a ser historias, porque nadie las ve ni las experimenta.
En la vida real, los narradores omniscientes de los cuentos, no existen, y todo lo que contamos está afectado por nuestra visión.
Puede que las más interesantes secuencias de acontecimientos sean justamente resultado de sumar los retazos que cada uno alcanza a ver.
Como cuando en las películas muestran escenas separadas de gente que no se conoce y aparentemente no tiene relación, para luego confluir en una situación donde cada detalle encaja.
Si existiera un Dios, sería muy entretenida su existencia mirando todo desde arriba y pensando: ¡Ja! Sí, sí, doblá la esquina nomás eh, nos vemos en un rato.
Y mientras tanto un colectivo sin frenos se está subiendo a la vereda.
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