sábado, 7 de noviembre de 2009

¿Che qué estás cocinando? Nada, es mi hermano tocando el bongó

Tendríamos que poder oler la música y no sólo escucharla.
Mejor dicho, es ella quien debería ser capaz de emitir partículas que percibamos con el olfato.
Diversos aromas, digamos, según el instrumento o la melodía.
Para mí, el sonido de un violín tendría perfume a eucaliptus o a anís o a menta... O a una mezcla de esas cosas.
El del bajo a chocolate y el de la flauta a uva (pensarán que estoy loca).
El sonido de una guitarra olería como las maderitas quemándose en una fogata. Y a pasto mojado en verano.
La batería a flores, así sin más (queda un poco bala, pobres bateros).

¿Y si cada uno percibiera el aroma que le guste más?.
Después de todo, dos personas pueden mirar lo mismo y ver cosas diferentes, así que podría extenderse a los demás sentidos, ¿no?.

Qué loco sería el mundo si esto fuera posible, y cuánto más agradable.



2 comentarios:

Leo dijo...

Malditos sinestésicos!

Mai dijo...

sí, yo también los envidio.
además de ver colores, pueden saber si alguien se tiró un gas XD