Ahora, cuando decís todas esas cosas. Discurso impecable, un blablabla infinito que me sé de memoria, condimentado con las pausas en los lugares adecuados y la sonrisa perfecta. ¿Pensás que te creo? Sí, pensás que te creo.
Pues no. Ya no.
Me cruzo de brazos y pienso: Qué pérdida de tiempo.
De repente me río para mis adentros, porque me sé cambiada. Me sé otra.
Y vos no tenés ni idea.
Doy media vuelta y me alejo sonriendo.
Me cruzo de brazos y pienso: Qué pérdida de tiempo.
De repente me río para mis adentros, porque me sé cambiada. Me sé otra.
Y vos no tenés ni idea.
Doy media vuelta y me alejo sonriendo.
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