Creo que a veces el amor es como un perrito negro de patas grotescamente cortas que anda por mi barrio últimamente. No le van a crecer, nunca van a ser más largas. Siempre va a ser un perro enano.
Sin embargo, con el tiempo fui aprendiendo a verlo hermoso y perfecto en su deformidad. Cada día me parece más simpático y original. El perro, y el amor también.
2 comentarios:
Ja, los años te cambiaron Marian, te cambiaron mucho.
para bien o para mal??
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