Sinceramente no recuerdo si esto lo posteé alguna vez, pero ahí va (algunos ya lo leyeron en la It's Pop de Popomundo pero retocado para que pareciera parte del roleo)... No me acuerdo cómo surgió esto, creo que lo escribí en el topic Desvaríos del foro de ese juego y me gustó mucho (lo cual es raro porque generalmente odio lo que escribo). Si bien ya me cansó bastante porque lo edité mucho para que me lo publicaran en la revista (éste que les dejo aquí es el original), no podía dejar de postearlo. Bueno los dejo leyendo mientras me voy a llevar a mi gatito a su camita porque está llorando acá al lado ^^
Te conocí sin saberlo, te encontré sin buscarte. Esa noche.
Caminaba apurada por una calle desierta. Sólo se oían los sapos y mis pasos. Era tarde, había tormenta, y vos seguías parado ahí, dejando que el agua se escurriera entre tu pelo, tu campera azul y tus jeans oscuros.
Tenías la mirada perdida. Parecía que no querías darle batalla a las gotas. Estabas rendido. Te miré extrañada y creí verte llorar. Y eran tus lágrimas las que de repente empaparon mi alma.
Caminé decidida hacia vos, mis zapatillas salpicaban el agua de los charcos. Te cubrí con mi paraguas. Levantaste la cabeza, y ahí fue...
Me miraste. Me miraste y fue tarde para cualquier tipo de arrepentimiento. Y clavé mis ojos en vos. Y cientos de burbujas nos rodearon y sentí que ya no tenía que buscar más.
Sin previo aviso me sacaste el paraguas y lo tiraste al suelo. Y no me importó la lluvia, ni que se me arruinara el peinado, ni el frío que sentía, ni el viento helado que nos golpeaba con sus invisibles e infinitos brazos.
Porque no sólo estábamos los dos, ahora éramos dos. O éramos uno. O ya no sé muy bien pero no me importó. Estábamos ahí, habíamos coincidido en esa esquina oscura, tranquila y muerta. Los faroles de la calle apenas iluminaban la escena. Pero se dio el milagro de encontrarnos, a esa hora, en el minuto exacto, en esa esquina gris, como si los dioses se hubieran puesto de acuerdo.
Y no necesitaba saber tu nombre, me alcanzó con conocer tus ojos tristes, desilusionados, esos ojos sin tiempo. ¿Quién te había herido así?, dejándote bajo la lluvia, vagando por el mundo sin nada por lo que luchar. Desconocía lo que hacías antes de encontrarte, cuando estabas perdido, cuando no sabías quién eras.
Pero no me interesaba, pues sólo deseaba curarte, cuidarte, estar con vos. Y el peso del tiempo ya no reinó sobre mí cuando nos quedamos como dos perros mojados, como tontos, como nenes, mirándonos sin decir nada.
Y sonreiste, y creí que me derretía. Sonreiste y volvieron las burbujas y fue como si pinceles con vida propia desparramaran sus mejores colores a a nuestro alrededor.
Fuegos artificiales explotaban en mi pecho, ruiseñores jugaban cerca de mi pelo, y te devolví la sonrisa.
Y nos quedamos en esa esquina, sin hablar. Pero sabía que te morías por conocer mi voz.
- ¿Dónde te escondiste todos estos años? - Te pregunté.
- En ningún lado. Comencé a existir cuando me miraste.
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