Había muchos caballos en un verde prado cercado, comiendo pasto.
El lugar era grande, tenían espacio para correr y reposar y todas esas cosas que los caballos hacen.
Y sin embargo había uno pequeñito que sacó la cabeza por el alambrado con gran dificultad y empezó a masticar el pasto que había del otro lado.
(Para los amantes del simbolismo, advierto que no es ninguna metáfora, lo vi hoy mismo a través de la ventanilla del colectivo, volviendo del campus. El caballo terco se puso a comer lo que estaba por fuera de los límites de su terrenito, teniendo todo el pasto verde y sabroso - si fueran equinos usarían ese adjetivo - al alcance de los dientotes.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario